SONETO A CUENCA:
"Alzada en bella sinrazón altiva
-pedestal de crepúsculos soñados-,
¿subes orgullos, bajas derrocados
sueños de un dios en celestial deriva?
¡Oh, tantálico esfuerzo en piedra viva!
¡Oh, aventura de cielos despeñados!
Cuenca, en volandas de celestes prados,
de peldaño en peldaño fugitiva.
Gallarda entraña de cristal que azores
en piedra guardan, mientras plisa el viento
de tu chopo el audaz escalofrío.
¡Cuenca, cristalizada en mis amores!
Hilván dorado al aire del lamento.
Cuenca cierta y soñada, en cielo y río."
MI TIERRA, LA QUE YO QUIERO
Castilla: mes de octubre, gris el Cielo.
Amarillos rastrojos, tierras pardas;
Yuntas cansadas, soledad, tristeza,
Azulenco horizonte de montañas.
El austero paisaje preferido,
Castilla, mes de octubre, gris el Cielo;
Amarillos rastrojos, tierras pardas,
La tarde va cayendo lentamente;
El crepúsculo tiende su nostalgia.
Arrastrando el timón vuelve la yunta.
La copla lugareña se desgrana.
Yo también canto. Riman mis tristezas
El consuelo de líricas sonatas.
Del corazón, el clavicordio suena
Pulsado por la tarde castellana.
Mi canto es para ti, tierra, Castilla,
Porque tú vas dictando mis palabras;
Pero dentro, muy dentro, aquí en el pecho,
Mi pobre corazón para ti guarda
Otras trovas más tiernas, más sentidas,
Algo que no se explica con palabras;
Algo que mis silencios te refieren,
Algo que va disuelto con mis lágrimas.
Tú, que me das con la dorada espiga
El pan que solicito en mis plegarias
Y aquel otro manjar más delicioso,
Cual floración de la divina gracia:
Castilla: mes de octubre, gris el Cielo.
Amarillos rastrojos, tierras pardas;
Yuntas cansadas, soledad, tristeza,
Azulenco horizonte de montañas.
El austero paisaje preferido,
El tono gris que rima con mis lágrimas...
Castilla, mes de octubre, gris el Cielo;
Amarillos rastrojos, tierras pardas,
La tarde va cayendo lentamente;
El crepúsculo tiende su nostalgia.
Arrastrando el timón vuelve la yunta.
La copla lugareña se desgrana.
Yo también canto. Riman mis tristezas
El consuelo de líricas sonatas.
Del corazón, el clavicordio suena
Pulsado por la tarde castellana.
Mi canto es para ti, tierra, Castilla,
Porque tú vas dictando mis palabras;
Pero dentro, muy dentro, aquí en el pecho,
Mi pobre corazón para ti guarda
Otras trovas más tiernas, más sentidas,
Algo que no se explica con palabras;
Algo que mis silencios te refieren,
Algo que va disuelto con mis lágrimas.
Tú, que me das con la dorada espiga
El pan que solicito en mis plegarias
Y aquel otro manjar más delicioso,
Cual floración de la divina gracia.
"Alzada en bella sinrazón altiva
-pedestal de crepúsculos soñados-,
¿subes orgullos, bajas derrocados
sueños de un dios en celestial deriva?
¡Oh, tantálico esfuerzo en piedra viva!
¡Oh, aventura de cielos despeñados!
Cuenca, en volandas de celestes prados,
de peldaño en peldaño fugitiva.
Gallarda entraña de cristal que azores
en piedra guardan, mientras plisa el viento
de tu chopo el audaz escalofrío.
¡Cuenca, cristalizada en mis amores!
Hilván dorado al aire del lamento.
Cuenca cierta y soñada, en cielo y río."
MI TIERRA, LA QUE YO QUIERO
Castilla: mes de octubre, gris el Cielo.
Amarillos rastrojos, tierras pardas;
Yuntas cansadas, soledad, tristeza,
Azulenco horizonte de montañas.
El austero paisaje preferido,
Castilla, mes de octubre, gris el Cielo;
Amarillos rastrojos, tierras pardas,
La tarde va cayendo lentamente;
El crepúsculo tiende su nostalgia.
Arrastrando el timón vuelve la yunta.
La copla lugareña se desgrana.
Yo también canto. Riman mis tristezas
El consuelo de líricas sonatas.
Del corazón, el clavicordio suena
Pulsado por la tarde castellana.
Mi canto es para ti, tierra, Castilla,
Porque tú vas dictando mis palabras;
Pero dentro, muy dentro, aquí en el pecho,
Mi pobre corazón para ti guarda
Otras trovas más tiernas, más sentidas,
Algo que no se explica con palabras;
Algo que mis silencios te refieren,
Algo que va disuelto con mis lágrimas.
Tú, que me das con la dorada espiga
El pan que solicito en mis plegarias
Y aquel otro manjar más delicioso,
Cual floración de la divina gracia:
Castilla: mes de octubre, gris el Cielo.
Amarillos rastrojos, tierras pardas;
Yuntas cansadas, soledad, tristeza,
Azulenco horizonte de montañas.
El austero paisaje preferido,
El tono gris que rima con mis lágrimas...
Castilla, mes de octubre, gris el Cielo;
Amarillos rastrojos, tierras pardas,
La tarde va cayendo lentamente;
El crepúsculo tiende su nostalgia.
Arrastrando el timón vuelve la yunta.
La copla lugareña se desgrana.
Yo también canto. Riman mis tristezas
El consuelo de líricas sonatas.
Del corazón, el clavicordio suena
Pulsado por la tarde castellana.
Mi canto es para ti, tierra, Castilla,
Porque tú vas dictando mis palabras;
Pero dentro, muy dentro, aquí en el pecho,
Mi pobre corazón para ti guarda
Otras trovas más tiernas, más sentidas,
Algo que no se explica con palabras;
Algo que mis silencios te refieren,
Algo que va disuelto con mis lágrimas.
Tú, que me das con la dorada espiga
El pan que solicito en mis plegarias
Y aquel otro manjar más delicioso,
Cual floración de la divina gracia.
Canción para un poeta (José Luis Perales a Federico Muelas) http://youtu.be/0eT3C5SkLiU